Receptáculo de azufre


Los nueve poetas líricos como cualquier Wu Tang Clan nos servían de menú a base de no tener otra tradición que perpetuar. De estos podría hablar de Píndaro y sus épicas festividades lambisconas o de Anacreonte un mero poeta de barrio de hoy en tiempo. Para lo que nos compete en discusión sería esa monja de la transgresión llamada de Lesbos o Mitilene, cual su patria le parezca, la que evoque nuestras paciencias literarias.

Safo, que no otra, será desnuda en el verso/poema:

Un Epigrama

Estas son las cenizas de Timade. Muertas antes de la boda, fue a parar al oscuro tálamo de Perséfone. Y una vez que ella pereció, con un acero recién afilado, todas sus compañeras colocaron aquí como ofrenda la graciosa cabellera de sus cabezas.

La fija inaudita referencia a Timade nos hace perder desde el comienzo, todavía los anaqueles binarios de Google se buscan la escatología del nombre o cosa en cuestión. Pero supongamos arrogantemente que fue alguien de cariño como para que las arenas occidentales trajeran el poema a vivir a los florilegios chuecos de la Safo.

La referencia de “muerta antes de la boda” puede atestar de liendres una tarantinada, cual operaciones de encadenamiento o espiral sonsacada por la memoria. Para que nos mejore el ánima se nos abisma una actante al abismo de otra figura de aspecto femenino y sugerentes connotaciones avernales, no es nada más que una de las conductoras de las profundidades cual seña análoga de la vocación irreverente de la citada poeta (que no poetisa por favor). La querida Timade fue a fornicar al lecho de la mismísima diabla.

Lo que sigue en el “poema” no es otra que una de esas harto inocentes imágenes griegas que el traductor (en nuestro caso un total desconocido) remoja a estética. Las apelaciones musicales que tanto influyeron a otro poeta de barrio como lo fue Horacio se nos escapan gracias al citado traidor. Una ofrenda de graciosas cabelleras al cadáver la vestían al saberse muerta la Timade. 1- No es fortuito que unos ecos pizarknianos se nos asomen al escrúpulo. 2- la ginocracia, como toda película de negros, erradica el subyugador (hombre/blanco).

Las cenizas forman en palabras para atender al rictus, polvo metástasis, anterior al mismo con la diabla. Los encriptados no se nos ocurren menos pedestres al final pero tampoco se exige mucho de una ruptura (poiesis) que aplastó en fondo-forma a tantos otros. Incluso las escazas y lúcidas teorías de que su contemporáneo Alceo le dio el tino, y más que las manos a su obra, no omite que como a muchos, la frescura cortante y vital de Safo, los devore.

Nunca entenderemos por que los poetas griegos, incluso los mejores como la estudiada, definen su relación con el mundo en incestuosos careos con sus deidades, pero sin duda el relente transfusional y las correlaciones paraarcanas que entablan lo que se llama poiesis, se desnudan irrevocablemente en la Safo y por ende como onda de shock excéntrica nos llega para degustar.

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