Aquel de la Claridad Defectuosa


¿Y a qué hora viniste?
No recuerdo... mi reloj marcaba la de prima;
¿Ves? ..
Eres un imbécil;
te has olvidado de que no has vuelto todavía.


Cripto lalia


Es grato pensarnos el 22, el número del loco. El hebreo fiel que tal vez no habló en sueños nos vendió una lotería y aquí estamos, en la feria 22. Es grato postergarse a amanuenses sacrados, como linfas de óleo fugaz. En un tarot aluengo enmarcando, cual toda sabiduría, un lenguaje propio. Idioglosia.

Nuestro mejor ejemplo perdido fue también Lewis Carroll que con su matemática nos dio la única rubita que importa. También nos dio a otro loco el gran poeta de España, Leopoldo María Panero. La morfina, el opio (que no nos ponemos de acuerdo) los pericos de la catedral y los cubos de la zona dan un cariz singular al barro de la siesta que fuimos. Al ver tanto loco de la zona uno se trastoca. Entra en personaje griego, sale al contén. Pero es bueno también saber-sentir .. sexir.. que los alucinógenos son valores que nos hacen mejor país.

Las apológias siempre son románticas como la ciudad romántica. Un tulio en tus besos. Un sábado de tarde bostezando palo viejo con tus amigos escribes un graffiti con el halo “veedrinista” y ahí estás. Hecho y santo y seña. El perro huye u somos el loco del tarot todavía vastagueando. Entramos en la secta del manco, del cojo, de la pirámida sincera gravedad de los objetos grandes. Lo magnánimo es una penca de lys, y se van corriendo al rojo todas las gestiones que dieron lugar a esta feria de barrotes y bisoños.

El arquitecto máximo de las correrías jáuricas sigue siendo en el imaginario de los que ven un chin ma pa’ lla del mamaya, Manuel Zacarías Espinal. De quien nos pesa este recorrido.



Referencialidad

Si no olvidamos que el citado es de San Cristóbal, que se cuenta que tuvo mañas en San Pedro y como ya dijimos en la presente Zona, pudiéramos abordar algo de las acometidas salvajes que manejaron en su pluma. Este domador de puertas nos trajo junto al lado pulcro y apolíneo de la dupla vedrín Vigil Díaz, los tintineos de llaves siempre adecuados para nuestro quefacer ficar fuck…como un ogro que carga a jesús, su cara de perro nos remite a la obvia señalación del marco anterior. En la carta del loco del tarot de la literatura dominicana el loco era Vigil, el perro era Zacarías.

Destinado al vacío podemos encontrar asuntos tan intactos en la lejanía, nebraskas? O cercanas como Rebeca o Ramayana--: si hay una vigilia en el día esa es la espina de Zacarías. “quien tenga la paciencia de armarse de diccionarios y enciclopedias encontrará que gran parte de las palabras desconocidas para nosotros no son otra cosa que deidades y ciudades budistas, persas o griegas” riega con escaso candor Ligia Espinal de Hoetink. Y a veces la letra de los perros que fuman son eso. Palabras que dicen las familiaras de los candiles perdidos. U nunca llega un crítico literario a salvarlas. Para qué?

Es un renglón muy personal y ese es el problema, quizás, que llueve. Es mejor hablar de un ingenio, una caña o de que la poesía dominicana comienza con Domingo Moreno Jiménez o sus bolsillos llenos de fritangas. Hay que reintegrar las sobrinas, se dice. En un país donde los almacenes de cultura se inundan y botan los libros para que sean leídos por los buzos de duquesa. Altos cantores.

Pero basta, no vinimos a hablar de las orgías del actual ministro en nueva york o de la chachi en el caney. La cosa es seria. Hay perros que ladran aún cuando su corazón yace por el suelo. Y las torres de voces se han convertido en un emisario de faldas caquis que recorren la torre del homenaje. No sabemos dónde comenzar a pensar en buscar o robar.
Por eso todo el mundo tiene cerámica taína en su casa, todos somos nuestro museo perfecto, lijando la loza esmeralda de nuestras ideas comprometidas con el Yo. Trabajando el hacer el libro del Yo. Nadie nos rescatará, asegúrense de porvenires acuosos amigos. El coloso sigue hundido frente a las transexuales de la bolita y son un sermón sacrado.

Referencialidad. Siempre habrá ladridos en las cuerdas del aire. Como un avión serpenteando la luna. Dios gobierna súbdito obra arado. Hablamos de palíndromos cuando hablamos de amor. Lope y Góngora también hacían mañas extrañas. El idioma nació revuelto porque el idioma es revuelta. La grata cristalización de los sistemas de homenaje es una potencial garantía de identidad, la palabra más controvertida en la historia de dios, patria y libertad. Todo lo que se conserva se pudre. Por eso se conserva, para comerse. Como un cronos o como un Deminán Caracaracol que nos dio el calor para hacer casabí.

Como dice la palabra de Jung: En un lugar cuadrado, donde hay que estar quieto. Es una prisión para liliputienses o niños (?). Los vigila una mujer mala. Los niños se ponen en movimiento y comienzan a circular por la periferia del lugar. El que sueña quisiera marcharse, pero no le está permitido. Un niño se transforma en un animal, que le muerde las pantorrillas.

La claridad defectuosa exige un ulterior esfuerzo de concentración; por ello,
el que sueña se encuentra todavía en un estado infantil (o sea «ladeado»,
véase sueño 26), encerrado en el témenos bajo la vigilancia de una malvada
anima madre. El animal aparece como en el sueño 18, y en el sueño que sueña
es mordido, lo que significa que ha de exponerse y probar algo de las consecuencias. Como siempre, la circumambulatio significa la concentración en el centro.

El sueño es nuestrx conexión con la locura, así parte un facto de las osamentas de la desprisión que atañe a los estudios del suizo. La infantilidad es penada a un heterótopo como dice Foucault, las guarderías o las escuelas o fábricas del porvenir del capital. El pan. También un adulto infantil es arrojado a estos lugares simbióticos. Los manicomios para los locos, la calle para los pobres y los viciados. La madre es prisión, y la mordida una consecuencia. Los perros son esos locos todavía en la intemperie referencial de su idioma.



Arismas

El logos es importante y se superpone a las formas de muchos manejos. Pero le haría honor vacuo al señor de estas sombras si me perforara la espina con su “convento desolado”. Freddy Gatón Arce trabajó el sueño surreal; Lamouth el sueño lúcido de las frutas; Luis Alfredo las playas sudadas de muchachos; Enriquillo los tamarindos y el barrio; Rueda la rueda; Cabral las habitaciones del poder, oscuridad; Carlos Rodríguez se ordeñó en cifras todavía no encaminadas.

Guillermo Piña dice que Balaguer dice “el vedrinismo es una tendencia poética con abuso en el tropo altisonante, de estrofas libérrimas, llenas de frases felices y a veces rebuscadas”. El mismo Piña anteriormente dice que el vedrinismo no tuvo mayor logro literario porque solo contaba con Díaz y “más tarde se le incorporó Zacarías”, nadie más. Como si la cantidad se midiera en una balanza cósmica a la hora de influir en los rubros y la agricultura de un país. El sagrado Manuel Mora Serrano en su madero Postumismo y Vedrinismo, primeras vanguardias dominicanas, se toma la rienda de acusar el humor Zacarías como presagio de Cayo Claudio, y del humor de Borges, cosa un poco rara la liaison. Pero lo más gracioso para mi del gran libro es como todo lo relacionado con cualquier cosa es llevado a la materia de Moreno Jiménez y el postumismo, ancilar de esta fragancia, la biblia del Serrano no es diferente a un pretexto de vedrín en el gran pájaro que es el Postumismo como canonización.

De los aportes infaustos, malsanos, cursis y alegres de Espinal tanto como su jardín desordenado que son sus sonetos o rimas nos ocuparemos en un recorrido ulterior. Seguimos con el aprecio de las grandes vacas literarias y su yogurt: “Pese a su oscuridad el poeta siempre nos comunicará algo lógico. Le bastará un hombre propio para darnos un universo, una frase
para hacernos entender algo, porque la poesía incomunicable es una simple curiosidad literaria, como algunos poemas de Zacarías Espinal, donde todo sentido está ausente porque la mayor parte de las palabras que emplea son de su propia invención. Mala señal. El gran secreto de la poesía es su poder de comunicación y cuando el vocabulario del poeta es personal nada tenemos que hacer con él.” En este apartado no solo se peca de poca lectura del autor con lo de “mayor parte de las palabras” sino que se apela al sambenito de la comunicación por encima de la obra o la coyunturalidad que necesariamente tiene que estar en este acápite. Con lo cual se abre una llave de sanantonios en cuanto al gran elefante en el salón. Tiene que comunicar la poesía? Tiene que comunicar el arte? Como antes dije, la necesariedad es también una necedad. Es tan válido un alfiler como un camello, y nunca mencionamos el desierto. Aún así el parroquismo de estas lágrimas sigue cayendo en los comentarios de las altas cortes “areópatas”, como dice L Mateo, creando Atenas interioristas o de periódica perfección pero que la rueda del tiempo tal vez erosionará.
Como dice el grato Virgilio López Lemus: para decir “esto no es poesía” hay que informarse de la multiplicidad de vertientes expresivas que pueden crearla y admitir que puede haberla tanto en lo no transgresivo (es decir, en la tradición) como en la ruptura de códigos y la entera novedad. Las falacias polares pertenecen a los pingüinos.



Y para cerrar

Entramos en uno de los pocos libadores que le mostró maña a la obra del Zacarías. Diógenes Céspedes habla que el verso en prosa lo trajo Ricardo Sánchez Lustrino, otra tarea pendiente en el patio. Manuel Rueda sostiene que Vigil, Mora Serrano que Moreno Jiménez (sorpresa). Ya tiempo ha pasado de las bellas formas de la vanguardia de cabellos verdes decadentes, de Marinetti, Hugo Ball y el café voltaire brutal, hace tiempo de Maples Arce, De la Serna, Apollinaire y su sombrero letrado, o del dado astral de Mallarmé. Ha pasado tiempo del vuelo vedrín. Y los ladridos y los locos, aunque los slams de poesías y las perfos de mendieta rieguen leche por la sangrada vía de los cuadernos del arte. Ha pasado el tiempo y no se sigue hablando, y no importa, las espinas molestan cuando se ata mejor el caos. Como decía, Céspedes fue uno de los pocos sino el único poco que le dio carnadura política , humana, umhana¡?, a la leyenda del poeta morfinómano. Su arrojo y desempeño se muestra mejor en ese lindo libro llamado Vigil Díaz y Zacarías Espinal Obras, que recomiendo en alto temblor, si lo consiguen. La poesía dominiperra es una industria de culto, cualquiera tiene un clavo debajo del cojín y vocifera que es el último poeta cosa que droga las noches de su vida o su cuarto.







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