77s y 78 ( lo ahora en pedradas a ventana de perros )



Yo quise escribir la novela de lo que pasaba, cosa que no vi en las demás de país. Con una suerte de balbuceo escucho decir de la Rita Indiana esas palabras, que sin duda, tal vez con mucha, entintan la verdad de lo que se refiera a lo que sucedía en ese maelstrom químico que culminó en su publicación de “La Estrategia de Chochueca”.
La generación X que nos incumbe pletorizar acusa a propo de la narrativa, a Frank Báez 78, Rita Indiana 77, Ariadna Vázquez 77, Rey Andújar 77. Anarquista en los contextos generacionales tanto como se avista en toda la poiesis joven que nos impele, también es de notar que estos pares se sienten en ese bemol.

“Magdalena no tiene la misma cara que yo. No tiene los ojos como yo ni se ríe igual que yo. Magdalena es una pendeja.Enumero mentalmente aquellas cosas que hacen de mi hermana una posible idiota. Uno, digo en voz alta y levanto de mi mano derecha, cerrada, el índice: mi hermana se casó con un hombre que, además de ser un hijo de puta, es enfermo sexual y abogado, un morboso con otras mujeres, nunca con ella.” (Vulnerable en voz alta – Ariadna).

Un corpus concreto tiene entes vulnerables como Ariadna, que va tejiendo vísceras en los endriagos de su obra. Venida de una intimista maquinación de furias, un confort de teatro griego, una flama un venirse a fuego y dínamos. Su talento abusa aún en los ecos de los retornos literarios y las perspicacias del estilo.

“—Sí, sí. El es muy amigo de César Aira y quería ver si me podía dar su email o su teléfono.
—¿Te gusta Aira?
—Sí, es el mejor escritor del mundo. Ya me he comprado doce libros suyos. Quiero comprar los que edita Beatriz Viterbo que es una editorial rosarina.
Así que le cuento de mi obsesión con Aira. Y cuando termino, Ana me cuenta la suya con John Ash, un poeta británico, a quien está traduciendo. A medida que hablamos los demás poetas van arribando. Muchos de estos son argentinos. Por lo tanto, saludan con besos en la mejilla. Ya con el paso de los días, me he acostumbrado a esto y he aprendido a darlos. Es una verdadera muestra de afecto. Mi amigo Pablo me explicó que no son los mismos besos que se les dan a las mujeres.
—¿Cómo que no?
—No, che, son diferentes. A las minas se les da con otra intención.
—No veo la diferencia.
—La hay. Tenés que pensarlo cuando das el beso.” (En Rosario no se baila cumbia – Frank Baéz)

Un corpus concreto posee a un cronista de cemento, de bizancias quedas y repobladas por la vicisitud de la relité que las perfuma. El señor Baéz acierta en los poblados de la narración continua, cual corriente de pensar, muy a lo surreal o freudiano que son la misma vaina, en “Págales tú a los psicoanalistas”. Pero desde el bote de la crónica es la forma de la Vaina de lo que esculpe. “En Rosario no se baila Cumbia” es una ulisada por la argentina en busca del grial Aira, muy ameno en humor, bilis e implosiones re(verberantes).

“Amanda también terminó acostándose con él (con Salín), borrachísima porque no se metía drogas, en un bonche en casa de Franco que esa noche nos recibió con los ojos pintados y una faldita de chifón verde. (…) y cuando me tocaba era una ducha tibia que me subía, luego bolitas de agua con puntitas de alambre en las palmas, luego orugas dulces en la punta de la lengua, y sed, mucha sed, o algo así, quiero bailar con todo el mundo, sed mucha sed o algo…” (La estrategia de Chochueca – Rita Indiana).

De Rita ya habíamos bostezado un poco pero vale decir que los vampiros siempre se pasan de la panza en el chupar. Seré sincero en la Indiana uno no encuentra jazz de letras en las peras de un olmo. Lo sucio acontece con el frenético aporte de psicodelia no tallada, no corregida, no INTELECTUAL, para contra la forma de la anterior “forma” de 80teros. Paz nos harta las paciencias con la tradición de la ruptura, en todo caso se vuelve a la resaca del bonche clase medioacomodada, su música corona mejor sus aspiraciones (pun intended).

“Sólo tienes que firmar este papelito y ya está y el ángel sacó un fardo de papeles y dos mil bolígrafos, pero la vieja le mató el gallo en la funda y le dijo en dos patas, Dígamele a Él que se deje “deso” que yo me conozco el cuento viejo, y que Él ni nadie me va hacer entrar a una iglesia, yo estoy demasiado vieja para “can” y para los sinvergüenzas de los sacerdotes, me ha bastado y sobrado con mis ocho maridos y mis queridos vecinos y el ángel se agarró la túnica con rabia y le dijo, Si no cumples te vamos a dar un castigo y ella dijo, Tira papá, y él dijo, Ya verás, ya verás.” (Rey Emmanuel Andújar - Doña Ana, los gallos y el monstruo de Samaná).

Hablar de Rey Andújar es combatir con una dialéctica diferente, cuesta poco especificar lo diferente de los conejillos de muestra. Hablar del señor Andújar conduce a plurisemias tanto en las fabricaciones de su talento cual en sus morfismos cuerpo/espacio. El mismo genera axiomas de discurso, su nombre es noema que dialoga con los mejores resultados literarios de la noesis dominiperra. Sus novelas las odio, pero en la argamasa cuentística encontramos a un digno exponente de lo mejor de la prosa viva del patio. Si alguien camina bien en viento, apuesto.

En terminaciones: la infinitamente no pausada muestra de mis tentativas no terminadas (como si algo acabara en el arte) llueve en similares en cuanto a diferencias. Cada operator de la langue es uno y su reino. Post-capitalistamente fetichando con la idea de que nadie es igual, arrojamos piedras a ventanas que se apartan del brillo. Deleuze ya dictó que todo es fluido, uno sigue con recordar el río oscuro de Heráclito, pero me quedo con la síntesis propedeútica de lo amorfo. Cada otro es uno que a su modo es autor. Algunos mastican la literatura como chicle, otras colisionan preciosamente con los espejos, otros la pasean con sarna, y existe también quienes totemizan una torre al cielo con obras variopintas y sagradas, todos son autores. Uno decide su propio circo.

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