Oscuros manteles de poP coRn





Tanto Holy Motors (2012), como Alps (2011) acusan un cuidado en tanto al vértigo objeto/ sujeto, realidad/ficción. Ese binomio catastrófico suele ser mortalizado en la lógica por Aristóteles a una reducción polar, una falacia de manipulación de contenidos vía falso dilema, pero el arte y la vida no son nada más esos cuantos y cuándos y cuáles. Dejamos a la vida/arte a otro repaso de manecillas ebrias, los que nos compete ahora puede ser tanto como la realidad del arte dentro de sí misma, mina y espía los receptáculos de la experiencia a tomar, pero eso también es la cosa dual ars-vitae.

En la peli citada del 2012 el diálogo que bifurca la frase “la belleza está en el ojo del espectador” y la inquietante “y si no hay espectadores?” es una práctica de hipótesis del asunto en luz, los manejos de géneros estrategias obliterantes, planteamientos y nóumenos hacen de esta cosa no menos que Cine. Su labor aplasta las anteriores masturbaciones pro loa cinefilia cual Hugo o The Artist. Holy Motors es Cine, arte orgánico y prepotente en gimnasia y ejercicio. Dónde se ata con Alps? Ambas no podrían competir, cuando vemos Alps vemos a un eco malogrado de Dogtooth, la misma retórica de la caja de manipulación y de la iluminación de uno de sus juguetes. La metaficcionalidad las emparenta eso es burdo decir, en uno que actúa dentro de la actuación de una obra hecha por y para tal, y en otro que actúa para un fin “ético” dentro de la sociedad presentada en la misma opus. Ambos (uno acompañado por la metáfora de céline al final de su noche y otra despertada por un gringo vendedor de lámparas hence iluminador) son arrastrados fuera del vagón salvaje de su “real”.

No compararé la obra de Carax con muchas cosas y menos con Alps, la única valía eslabónica fue la cercanía temática en cuanto a pelis vistas consecutivas al azar. Pound nos habla en su ABC of Reading de que Keats era obscuro para los malos críticos de Keats en su era, “la raza humana descubre y redescubre” amortigua Pound, así mismo un discípulo del mismo poeta en cuestión creó Finnegans Wake obra que leeremos sin saber qué coño pasó. Eso mismo tramita por varios segundos Alps (sin supervisión previa), pero seguro pasa en las subsecuentes miradas a Holy Motors donde la vida se mantiene friccionando en absurdos, mientras los celuloides cobran el sentido de la rueda que los proyecta.

No siento no ser imparcial, el subjetivismo existe. Lanthimos propone a Matterhorn y a Monc Blanc como dioses tiranos que a su vez juegan a ridículos, una suerte de comic de la antigua Grecia de Zeus. Si algo se descubre de la burla Pop del world actual en Alps es todo lo que el canon de sus esclavos escupe. Si algo se anota es que los juguetes dóricos se rompen, como prometeos. En cuanto a la deidad en Holy Motors no es más que la concretización de los paneles mecánicos de limosinas, gerontocracia burlando cine chatarra. “no más acción…no más motores visibles”, todo el humor del silencio es el horror del absurdo, eso solo lleva una llave para aparear, está obra nos lleva más lejos.

Comments

Popular Posts