Numeralia y los problemas de la vida en la bachata de Luis Vargas



(“Concretamente, esto es lo que ocurre, sin duda, en dos campos de nuestro mundo cultural europeo, en el ámbito de la música y en el ámbito de la matemática. Ambas están, desde los comienzos, estrechamente emparentadas y son casi inseparables, tanto entonces, en los pitagóricos, como hoy. El enigma de los números, que no están en otro sitio que en nuestra acción pensante, afecta a una realidad independiente que es absolutamente ajena a nuestro capricho. Precisamente esto es lo que nos deja tan perplejos. Nuestro pensar está asombrado ante la cuestión: qué es eso que obedece su propia ley. Igual que los números, el espacio es, e incluso los espacios que ni siquiera podemos representarnos son entia rationis y, sin embargo, no encuentran amparo en el universo del lenguaje. Los sistemas simbólicos de signos, con cuya ayuda se articulan, conducen a un enigmático ápeiron con que, a fin de cuentas, probablemente comience el pensar humano. Pero ante estos sistemas de signos éste retrocede continuamente. Para el pensar que acompaña al lenguaje y que cubre un extenso espacio de sentido, para el pensar de los poetas y de los que continúan pensando mediante conceptos, el uso de estos signos abstractos es como un deslumbramiento que, más que iluminar la oscuridad habitual, la oculta.”

(Gadamer-La música y el tiempo)

Uroboro de reflejo en su indeterminado trabajo de reacción, Gadamer es el ápeiron, el signo oculto. Uno emula, famélico de gracia, las faunas de sus monedas teóricas para caer en su forma de ver la música, la espectancia y la extremaunción de sus relaciones de salto y seña. Harto de leerse, encuentra un vidrio común, en la falta de sentido y el pensamiento de nuestro homínido favorito, el sapiens sapiens. El “conocimiento” (matemática (del latín mathematĭca, y este del griego μαθηματικά, derivado de μάθημα, 'conocimiento') es la música y es el enigma y es el “sin saber” del cavilar humano; estos son chocados a contra el “lenguaje” y los “conceptos”. Son la bruma de un ciclo desde la vista del citado. Ese ciclo es un reflejo inestable pero es ciclo al final (serpiente o perro comiendo su cola). El axioma de la ley matemática es un escupitajo de eje para pararnos en su, mejor vean esto (http://www.youtube.com/watch?v=TbNymweHW4E). La cara de dios o la cara del fauno o uno en su propia fauce de laberinto escarlata. “¿el humano creó la matemática o la descubrió?” la misma pregunta va al río de la música, el ritmo, los símbolos (“¿qué son los símbolos?”), pero antes de matrushkarnos más. Tomemos partido (why?). Borges dijo:

“el tiempo (..) Ha soñado el espacio. Ha soñado la música, que puede prescindir del espacio. Ha soñado el arte de la palabra, aún más inexplicable que el de la música, porque incluye la música.”

Esto puede llevarnos más lejos que Gadamer, si tan solo no lo condenamos a una chanza o una aporía de esas que el argentino nos tiraba sin chistar. La música que puede no tener espacio pero sí tiempo y es su sueño. El arte de la palabra un carácter más exigente por tener al ya complejo aparato de la música en sus intestinos. El arte ya es un “es/no es” y viceversa. En ese indeterminio el cónclave usa las tablas legales de pararse en un “algo”, digamos axioma, y partir de ahí. Aburrirse con la bibliografía que más conozcan los participantes de la plétora, canibalizar.

EJ:

Un niño de madera de 10 cm de arista flota entre dos capas de semen y sangre, como se indica en la figura, (imaginar), estando su cara inferior 2 cm por debajo de la superficie de separación. La densidad del semen es 0.6 g/cm3.

* Determinar la masa del niño.

* La presión debida a los dos fluidos en la base inferior del niño de madera )

Seré a volver una moral de turno cuando coma de mis imágenes, seré a ver un problema así no para provocar presbíteros o escandalizar a tu vieja, si no, para que la posibilidad de la forma de caminar (no educar) imagine otrxs alternancias menudas. Cuentan que el shock, el juego, agradan la automotivación, en un orbe donde el placer se acaba en nutella, clerén (moonshine), cumshots, poemas o derivadas, la automotivación al ejercicio continuo puede hacernos la pausa. La física es otro tema, secundado por los puntos: math, music, ars, etc. Hacerse preguntas para entender es la autoayuda de este panfleto de artículo bloggero. Preguntarse hasta el resto del alma la autocrítica de unos axiomas que cambian con el dulce robado, el incendio pendiente o las lágrimas del sueño. Todo esto es la explicación de que me tiene expuesta la canción Loco de Amor de Luis Vargas. El empaque de poema de obsesión, el letrado ya harto repetido en el acervo del tema, cual una pastoril suburbana, de paraje o campo. Este es el entorno retrato del códice vivendis de muchas bachatas del señor Vargas. Lo resaltable ineludible sería el tono épico, a la distancia de los grandes amores Tristán e Isolda pero en el malditismo enfermo que es espejo del personaje jolgórico y trovador de mala muerte. El acecho dilatado, la guitarra laser emulando metálicamente las lágrimas del sujeto intérprete. Es un ejemplo de vehículo físico existente y a contra moral (establecida en el marco RD, pero campea desde su consolidado tierra = hato de niñas para el chivo). Patriarcal desde el noema Edipo. Simbólico en su prepotencia poco antes vista en canciones de esta natura. Arte cruda pero trabajada que es ruido y sonido. Áperion que oculta el conocimiento y que hace nacer el concepto del ser en su paradoxus populis.

Pero se van a quedar con los crespos hecho porque la semana entrante me disfrasare voy a llegar diciendo que soy jardinero y todas las mañanitas cuando tu salgas en batica Yo te vere

El jardinero de siempre, el de Wilfrido (o queriendo serlo), el loco del tarot camuflado en su hortaliza de semas y costumbres. El seductor quedo, pero intentando, el voyeur tierno de las flores enfermas. La mujer sin habla en todo el poema, anónima, como una fantasmagoría de lo que puede ser un delirio de apariciones en el aquelarre de la persecución que bien puede ser el mismo perro/culebra mordiendo su cola a través del tiempo. Ad infinitum. Como un axioma de carne bajado al desgarbo de los comensales de rictus. La bachata es esa conversación bibliográfica con el otro Tristán o el Romeo, el Loco que es su cara de moneda rota por el embiste de la novela del amor, la bárbara (al)química de la errancia.

El medievalismo del monólogo final, soliloquio del ausente de instinto, de dulcineas que son molinos y sirenas que arrojan al vacío a los navegantes de la sangre pulsiva, es sembrada con la espada de la risa desmantelada del rito “canción”. Pasando de la doctrina, cuasi pornográfica, del maestro Blas Durán y sus peluches y los ingenios innovadores en el sonido de la eléctrica, crea su propia facha de libido suave, eco de sus admirados de la traditio anterior. El juego no es a por la real, el naive de su moda, concorde a su pernoctar realenga, es el tanto que repercute en su símbolo de Loco. Serios colores dentro de las cuerdas en tekné de la cortante en la canción del rey/vagabundo, tanteo de semas que es el valer de su obra: el caballo entre la picardía enrojecida, el llanto de plomo. Eros/Dionisio ungido por el Hermes Blas Durán a la inmortalidad de los cultos rasposos. El desenfreno hacia el signo oculto rapta con su hueso en el medio y hueso en la frente, “un hueso como ese asusta la gente”. Con amigo tuerto y uno ciego, el hospedaje de los rechazados, el festín de la stulta navis seguirá chocando con las rocas del camino de las balas perdidas. Las maravillosas semillas del estacato del “to tomate maduro”, los zapateros, (anti lunes), resistiendo que se lo clavan a las bailantes.

A fin de cuentas son becerros del palenque. Las cartas tiradas ponen el axioma a discutir de nuevo. Ser el perro o el ente hacia el barranco, metamorfeo a madera o piedra cual ese antiguo cemí que escapaba hacia las selvas luego de ser atado. Opiyelguobirán era su nombre, su cifra, su ápeiron, como pudo haber sido el empezar de la duda humana.


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